Creeme que no me arrepiento,
no me arrepiento de haber
probado alguna vez
la miel de tus labios.
Y es que aun recuerdo esos días
que aunque pocos,
inspiraron mi ser
cual pianista inspirado
por su musa.
Y creeme que no me arrepiento
de haber rosado tus labios
que colmaron mi cuerpo
de algo mas que simple pasión,
de sentir mi mente saturada
por tu pensamiento.
Y es que aun recuerdo
esos labios dulces como la miel.
Que sin importar el aire artificial
que nos abrazaba en aquel recinto,
ni la noche que nos guiaba
hicieron sentir a mi cuerpo
un calor como de mil soles,
una ternura como de niño
y algo tan grande
que arruinaría todo,
si tan solo lo llamara amor.
Por eso...
Creeme que no me arrepiento,
y que aun recuerdo aquella vez.